Interestellar
Las películas
de ciencia ficción, para que sean verosímiles, deben tener una lógica interior
que sustente ésa misma lógica, es decir, que se demuestre a sí misma. No se
puede diseñar un mundo ficticio sin explicarle al espectador las leyes y normas
que lo rigen, el por qué del status quo,
las costumbres de los habitantes, etc. Ésta lógica puede basarse en una
invención total de las premisas que explican la realidad paralela que estamos
esbozando, pero también puede partir de nuestra mundo inmediato. En el segundo
caso se da, obviamente, una transgresión de lo que ya conocemos, pues de lo
contrario no sería ficción.
Interestellar, segundo film del ciclo se basa, precisamente,
en una ficción cercana a las leyes que conocemos. Se rompen, en este caso,
barreras científicas que pueden provocar la histeria de más de un experto. Aún
así, el film de Nolan cuenta con notables detalles fidedignos que permiten una
mayor empatía con una realidad, podríamos decir, distópica. Ello se debe a la
colaboración de científicos como Kip Stephen Thorne y de profesores de física
como Faynman.
Y es que
esta ciencia distorsionada, pero a veces veraz, diseñada por Nolan y su equipo es
la que permite plantear la trama y resolver sus problemas, pero también se
presenta como elemento configurador de la psicología de los personajes, quienes
se verán delante de más de un espinoso dilema.
Del
ciclo es la única película que no trata temas psicológicos. No obstante,
encontramos zonas comunes con el resto, como por ejemplo la sensación de
incomodidad o perplejidad al levantarnos de la butaca una vez acabada la cinta.
En Origen, el director juega al engaño
a través, cual matrioska, de la inmersión en múltiples sueños dentro de un
sueño; en Memento con el montaje y en
Interestellar con las apariencias. Otra
zona común es la expectación que genera y la persuasión que logra en nosotros a
pesar del desarrollo de temas que, a priori, se podría afirmar que escapan de
la comprensión de la mayoría del público. Teoría de la relatividad, gravedad,
agujeros negros, sondas, etc. ¿Qué sabemos nosotros sobre astrofísica? La
fuerza de la atracción del film reside, pues, en la fuerza emocional de los
personajes.
Llama la
atención como Nolan juega con la linealidad temporal. Hasta el final uno no se
percata de la simultaneidad en el espacio del presente y del futuro y, en
algunos casos, también del pasado. Resulta paradójico lo sencillo que resulta
seguir dicha linealidad a pesar de su intersección. Esta clarividencia es
posible gracias a la omisión de los engranajes que hacen posible la
multiplicidad de temporalidades. El mecanismo es, pues, el mismo que el de un
reloj: vemos las agujas que se mueven, pero no el qué las hace avanzar.
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