dimarts, 2 de juny del 2015

Origen

La sala Phenomena de Barcelona organizó, el pasado marzo, un ciclo de películas del director británico Christopher Nolan. El título, en este caso, no es una mera etiqueta o publicidad elocuente para atraer al espectador que también, sino que es un indicador de la pretensión del ciclo. En la mente de Christopher Nolan, como así se llamaba, proyectó un total de cuatro películas, tres de las cuales Origen, Memento e Insomnio ahondan en conceptos psicológicos tales como la memoria o los sueños. Representan la lanzadera, pues, hacia la comprensión de la mente de este complejo director al que le gusta jugar con la realidad en el cine, pero también con el cine desde la realidad. La cuarta película, Interestellar, no responde al hilo conductor que une a las ya mencionadas, pero es igual de interesante. 
¿Cómo (no) escribir una crónica de una película, escribiéndola? Difícil no caer en la descripción del argumento, de detalles técnicos o vanas impresiones que convierten el texto en algo más bien privado, y no público. Crónicas de ése tipo, además, se habrán escrito cientos y cientos, por lo que la mía sería la última a la que recurrirían si lo que buscan es un modelo semblante al descrito. ¿De qué manera encarar, entonces, las líneas venideras sobre Origen, film que inauguró el pequeño ciclo? Trabajo quijotesco el de buscar nuevos centros excéntricos, es decir, el de buscar nuevas formas narrativas para no caer en las sudadas crónicas. Por la magnificencia insalvable para mí que ello supone, me limitaré a hacer caso omiso del esquema tradicional. Que lo intente, cabe decir, no significa que lo consiga.
Muchos, quizá, ya hayan huido despavoridos a buscar crónicas que de verdad les informen. Por eso, si aún hay alguien leyendo, decirle que no me alejaré del todo del film, sino que escribiré sobre los sueños, tema central de la película. Estableceré la relación a través de tres definiciones de la enigmática actividad onírica.
Schubert, médico alemán del siglo XIX, define los sueños como una «liberación del espíritu del poder de la naturaleza exterior, un desligamiento del alma de las cadenas de la materia». Los protagonistas se desatan, a través del sueño, de las leyes físicas que rigen la naturaleza sometida a la racionalidad de nuestra vigila. Gracias a esta liberación son capaces de crear formas arquitectónicas imposibles. La concepción de Schubert encierra, no obstante, una paradoja: todo lo que emana de nuestros sueños no nace de esa misma actividad onírica, sino que proviene de la realidad consciente. Los sueños no representan, así, una materialidad del todo paralela, como tampoco las arquitecturas inverosímiles que en la película se crean. No podemos escapar de nuestra propia creación o, mejor dicho, de nuestra vigila.  
Freud, en cambio, y como una gran mayoría sabe, considera los sueños como una manifestación de los deseos reprimidos de nuestro subconsciente. Aunque no censurados, sino explícitos, los anhelos o, mejor dicho, el anhelo de Dom Cobb (Leonardo DiCaprio) es el de su mujer fallecida. Ella aparece en todos sus sueños y es el símbolo de lo que los franceses llaman amour fou. Su nombre, Mal (Marion Cotillard) parce un vaticinio del papel que jugará en el film. Más que un bálsamo, un alivio y consuelo para nuestro protagonista, Mal se dedica a hostigar con su amor enfermizo a Cobb. Hacen, además, una instrumentalización del amor, es decir, es la excusa perfecta para apoderarse del otro. Se pregunta Oliverio en El lado oscuro del corazón «¿cómo amar sin poseer? ¿cómo dejar que te quieran sin que te falte el aire? Amar es un pretexto para adueñarse del otro, para volverlo tu esclavo, para transformar su vida en tu vida, ¿cómo amar sin pedir nada a cambio, sin necesitar nada a cambio?».
La ultima definición posiblemente sea la más bella en tanto que proviene del mundo de la literatura. Uno de los soliloquios más famosos de la lengua española, cuando Segismundo piensa en la vida y en su muerte, acaba de esta manera: que la vida es sueño/ y los sueños, sueños son. Los sueños son, precisamente, vida. Cobb, junto con su esposa, esbozaron una realidad alternativa en sus sueños en la que se refugiaban. Realidad que Cobb utiliza para apresar lo único que posee de Mal: su recuerdo.  

Nicolás Andrés González Silvera








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